El Patrimonio Cultural Inmaterial forma parte de las declaraciones de la UNESCO para la preservación del patrimonio y nació como consecuencia de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003. El Patrimonio Inmaterial se define como « los usos, representaciones, expresiones, conocemientos y técnicas -con los instrumentos, objectos, artefactos y espacios culturales que lis son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural». (Art.2)
La Lista Representativa incluye aquellas celebraciones o elementos de patrimonio inmaterial que cumplen una serie de criterios como su carácter de patrimonio inmaterial, el hecho de que la inscripción contribuya a su toma de conciencia y diálogo, que contengan medidas de salvaguarda y que su candidatura hubiera sido fruto de un proceso participativo. Podéis conocer el contenido de las listas aquí.
La elaboración de la candidatura a la UNESCO fue liderada por el Govern d’Andorra. Fue fruto de un largo trabajo coordinado e impulsado por las comunidades fallaires, por organizaciones no gubernamentales y presentada por los estados de Andorra, España y Francia. El expediente incluía 63 pueblos. La candidatura iba acompañada de diferentes documentos donde los gobiernos locales y los organismos vinculados a las fiestas recogían las diferentes denominaciones y características de las fiestas.
En la región pirenaica las fiestas de fuego tienen lugar todos los años durante la noche del solsticio de verano. Cuando cae la noche, los habitantes bajan con antorchas encendidas desde las cimas de las montañas hacia sus pueblos y ciudades, calando fuego a toda una serie de hogueras preparadas a la manera tradicional. Para los jóvenes, el descenso de la montaña es un evento de especial importancia, ya que simboliza su paso de la adolescencia a la edad adulta.
Se considera que las fiestas de fuego constituyen una ocasión para regenerar los vínculos sociales y fortalecer los sentimientos de pertenencia, identidad y continuidad de las comunidades, de ahí que su celebración vaya acompañada de comidas colectivas y cantos y bailes folclóricos. A veces se asignan funciones específicas a determinadas personas: en algunos municipios es el alcalde quien enciende la primera hoguera, y en otras es un sacerdote que la ilumina o bendece. En algunas comarcas, es el último vecino acabado de casar del pueblo quien enciende el fuego y encabeza la marcha de descenso desde la montaña.
En otros lugares, las jóvenes solteras esperan la llegada de los portadores de antorchas a los pueblos para darles la bienvenida con vino y dulces. Al día siguiente por la mañana, los vecinos recogen las brasas y cenizas de las hogueras y las llevan a casa y huertos para protegerlos. Estas expresiones culturales están profundamente arraigadas en las comunidades y se perpetúan gracias a una red de asociaciones e instituciones locales. El lugar de transmisión más importante de este elemento del patrimonio cultural inmaterial es el hogar familiar, donde sus miembros lo conservan vivo en la memoria.
Fuente : https://ich.unesco.org
La descripción de la UNESCO se refiere sobre todo a la práctica que tiene lugar sobre todo en la vertiente sur del Pirineo. Al norte, en Commenges y Barousse, se corta un tronco de árbol, se escolta y luego se divide en su longitud antes de que se inserten decenas de esquinas para secarlo unos meses antes del día de San Juan. Este tronco de árbol, llamado “brandon” o “har/halhar” o “haro” (en Les) es alquilado poco antes de la fiesta y luego se decora con paja y un ramo de flores en la parte superior. El haro se quema por la noche de San Juan (24 de junio) o alrededor de esta fecha: esta fiesta también es una oportunidad para reforzar la comunidad del pueblo y reconstruir los lazos sociales y familiares.