Como en todas las fiestas, se va produciendo el relevo generacional y, desde muy pequeños, los infantes son introducidos a la realización de la fiesta, a sus misterios, a su cultura… Por ello, niñas, niños y jóvenes de todos los pueblos tienen un papel muy activo en las fiestas pirenaicas, tanto en la preparación como en su celebración y, en muchos pueblos, hay celebraciones específicas para ellos. Transmitiendo la pasión y el conocimiento por la fiesta se asegura su continuidad.
Las fallas de luz de Andorra
En Andorra, históricamente, eran las niñas y los niños los que llevaban las fallas, pero con la recuperación de la celebración en los años ochenta, fueron los adultos los únicos que la celebraban, dejando de lado a los más pequeños debido a los posibles peligros que supone la manipulación del fuego. Para integrar a los infantes, con el paso del tiempo, se inventó una nueva fiesta con fallas luminosas que los convierte en “fallaires de la luz”.
Estas fallas son unas bolas de luz que se hacen girar como las de los adultos, lo que los ayuda a aprender y también a disfrutar de la tradición. Como los mayores, los más pequeños visten una capa y tienen sus fallaires menores, los cuales presiden la quema y son los representantes de la fiesta durante un año. Cuando se hacen más grandes celebran el “Bautizo del Fuego”, entonces ya podrán llevar las fallas de fuego. ¡Pero el recuerdo de las fallas de luz lo llevarán siempre!
Los infantes en las fallas
A menudo, las niñas y los niños celebran la fiesta, pero adaptándola a su edad: aunque cargan fallas con fuego, estas son más pequeñas. También bajan de la montaña haciendo caminos de luz hasta llegar al pueblo, pero realizando un trayecto más asequible. Cuando sean mayores se unirán al recorrido de los adultos.
Generalmente, los fallaires más pequeños son los primeros en llegar con sus fallas, acompañados de sus padres y madres y, luego, le seguirán los diferentes grupos de edad, los medianos y los jóvenes.
Para hacerlo posible, hay faros cercanos al pueblo y a corta distancia, con pequeños recorridos. Así, en escala reducida viven con la misma intensidad la celebración de la fiesta.
Es interesante saber que, durante los periodos de crisis de las fiestas del fuego, los niños y las niñas fueron los únicos protagonistas de la noche de fallas. La fiesta era vista como algo infantil, impropia para los adultos. Sin embargo, paradójicamente, fueron los infantes quienes aseguraron su continuidad.
Los infantes y los brandons
En las celebraciones occitanas de los brandons, a los niños y las niñas también se les hace participar de distintas formas. En algunos pueblos encienden el brandón, aunque esto es poco frecuente y esta labor suele recaer en el alcalde o en una personalidad del pueblo. Los infantes observan el espectáculo con admiración, como espectadores de las fiestas.
Es sólo en Saint-Bertrand-de-Comminges que tienen un papel más importante: allí se celebra un taller de confección de halhes y, por la noche, son las niñas y los niños los que iluminan el brandon y hacen girar pequeñas halhes por encima de sus cabezas.
La continuidad de la fiesta
Transmitir la fiesta en todos sus sentidos es un reto para su continuidad. Las llamas se renuevan, año tras año, con la participación de personas de diferentes generaciones: desde los abuelos o padrinos hasta los nietos. Para contribuir a este relevo generacional, el Museo Virtual tiene una sección, denominada “Museo infantil”, que ofrece recursos pedagógicos, cuentos, juegos y actividades para los más pequeños.